domingo, 24 de abril de 2011

"CAMINANDO JUNTO AL HERMANO QUE NOS NECESITA"



Somos un grupo de personas organizados en una ONG que, movidos por convicciones cristianas y humanitarias, y ante la grave crisis en la que ingresó la argentina, como consecuencia del fracaso de las políticas neoliberales, a continuacion de los sucesos de Diciembre de 2001, nos dispusimos, desde entonces, a dar batalla a la marginalidad y a la exclusión en nuestra sociedad, encarnada en el flagelo de las personas "en situación de calle" y de las personas de los barrios mas humildes.
23/05/09
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durante este mas se cumplen 7 años de Laburo en la calle junto a los hombre y mujeres y en La Aceitera!!

acercate a colaborar hoy mas que nunca necesitamos una mano, se vienen en  Invierno y con el comienza le epoca mas critica !!! 

(0221) 4832189
4 numero 1844 entre 69 y 70 La Plata
Publicado por "Caminando junto al hermano que nos necesita" en 08:49
Programas: Vuelta a casa
06/09/08
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“…lo cotidiano se vuelve magico..”
Publicado por "Caminando junto al hermano que nos necesita" en 17:23
Programas: Vuelta a casa
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LA PULSEADA
NÚMERO 54 - OCTUBRE 2007
Una casa que contiene a los sin techoPARA PONERSE DE PIE
El cura Alejandro Blanco, ex párroco de Nuestra Señora del Valle, prosigue con su obra social a través de una ONG. En estos días abrió una sede en calle 4 y 70 para dar alojamiento a los más pobres entre los pobres, a los que carecen de todo. Lo secunda un puñado de cristianos militantes que tratan de hacer realidad el mandato evangélico: “porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; anduve peregrino y me disteis hospedaje; estaba desnudo y me vestisteis”.
Por Lalo Painceira
“Hay otro mundo y está en este”. Lo escribió Paul Éluard, hace más de 50 años, pero sigue vigente, porque ese mundo parido desde las injusticias, el mundo de los NN sociales, de los sumergidos, de los perdedores, de los explotados, de los pobres, de los miserables… La sociedad no mira ese mundo. Permanece invisible, como si se tratara de otra dimensión de la realidad. Por eso, cuando el pasado 9 de julio los platenses estaban festejando la nevada, sacando fotografías para perpetuar ese milagro de la naturaleza que vistió de blanco el gris burocrático habitual de La Plata, nadie se percató que una persona moría de frío. Era un “indigente”, según la asepsia del lenguaje periodístico de hoy. Vivía en la calle y murió solo. Seguramente acurrucado y amortiguando su exposición al frío debajo de papeles y trapos, disimulando su propia vida y ese acto máximo, límite, del ser humano, que es enfrentar la propia muerte. Era nada más que un miembro de la ciudad de los sumergidos, ese mundo que no ven los habitantes de la ciudad visible, la ciudad limpia, la diseñada por Benoit. Su caso quedó reducido a un número que tal vez sirvió para engrosar alguna estadística, si es que existe algún interés oficial en, al menos, registrar estos hechos.
“Pienso: ¿Por qué tengo que andar viviendo así? Y más cuando uno está solo… Yo antes tenía de todo. Soy correntino, he andado mucho, anduve por muchas partes trabajando, sé un poco de todo, trabajé de albañil, en el campo, carpiendo con guadaña, cortando pasto. Yo empecé a vivir en la calle hace como 15 años. La calle es libre, como quien dice. Uno camina por la calle pensando cualquier cosa… Y la vejez viene sola, porque uno camina y camina por la calle y llega la noche y uno se acuesta y piensa: esta es la vejez”, dice un habitante de la ciudad sumergida en “Vejez y pobreza en la Argentina”, un libro de Silvia Gascón que recientemente publicó Ediciones Isalud. Y agrega otro a las pocas páginas: “Mi día de la mañana a la noche es esperar que venga la mañana, que amanezca, y decir toco madera, porque amanecí vivo; porque ya a esta edad no podemos esperar otra cosa que amanecer vivos”.
Es el cross a la mandíbula reclamado por Roberto Arlt, pero propinado desde la realidad, desde esas diagonales y plazas que la mayoría de los platenses transita a diario con indiferencia. Pero alguien los vio y los rescató de esa cotidianeidad gris. Y ver, siempre compromete. Al menos así lo entendió el padre Alejandro Blanco que, junto a un puñado de católicos militantes, trazó una pastoral para su parroquia de entonces, y optó por los pobres, obedeciendo a la misma elección que efectuara Dios al fijar sus ojos en aquél pueblo de esclavos en el Éxodo; y que la mantuvo en el momento de elegir a María y al carpintero José como padres de su hijo y hasta al señalar el lugar del alumbramiento; es la opción de Jesús para su vida (“el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza”. Mateo - 8, 20) y la que siguió al escoger a sus apóstoles y discípulos; es el mismo camino que recorrieron las primitivas comunidades cristianas (“No había menesterosos entre ellos, pues todo lo que poseían lo vendían y traían el producto de la venta para depositarlo en manos de los apóstoles. Luego se repartía a cada uno según su necesidad”. Hechos 4, 34-35). Es la de Francisco y Clara, la de Antonio, la de Cayetano, la arisca de Teresa de Jesús y que está en la pequeñez de Teresita del Niño Jesús y en la de tantos santos más en la historia de la Iglesia, ejemplos de humildad, de despojo, de rigor, de pobreza como signo de entrega total a los hermanos; es la misma opción del Concilio Vaticano II que impulsaron dos papas santos aunque no estén en los altares, como Juan XXIII y Pablo VI; la del encuentro de obispos de Medellín, la de gran parte de la Iglesia Latinoamericana con sus mártires, como monseñor Angelelli, monseñor Romero, el padre Carlos Mugica, las monjas francesas desaparecidas, los padres palotinos, los curas asesinados en La Rioja y tantos católicos más que fueron víctimas de la dictadura. Y fue la misma opción del padre Carlos Cajade.
Una casa para los sin techoLa pastoral que se impulsó desde la parroquia Nuestra Señora del Valle para atender a los sin techo de La Plata, tiene años de vigencia. Pero ahora, amortiguando la pena del alejamiento del padre Alejandro de la parroquia, hubo buenas noticias: se constituyó una ONG con el padre Blanco como cabeza visible para mantener la obra y desde julio, posee una casa.
“Antes de hablarle de Dios a un hombre sin techo, hay que darle primero un techo, y darle un techo ya es hablarle de Dios”, decía el abate Pierre, ese profeta del siglo XX. En ese mismo camino, se gestionó una casa para que contuviera a los “ambulantes” platenses. Y es más que un techo, porque se trata de una muy buena vivienda ubicada en 4 y 70, que se encuentra todavía en plena organización y a la que le falta de todo, menos coraje y “amor eficaz”, como reclamaba otro profeta y, además, mártir de nuestro continente. Lleva el nombre del padre Sirotti, tan ligado a la sensibilidad social que desde su época de párroco mantuvo siempre el Valle.
La historia de esta obra que encabeza el padre Alejandro, comenzó hace tiempo. (Ver La Pulseada Nº 5 de septiembre 2002). Acompañado por un puñado de laicos comprometidos, les daba de comer a los pobres sin techo. Pero se dieron cuenta de que eso no bastaba. Se necesitaba más. Y siguieron el mismo proceso de los Traperos de Emaús, que comandaba el abate Pierre allá en el empobrecido París de la posguerra. Los traperos también habían comenzado alimentando a los que vivían en la calle. Lo cuenta el mismo religioso francés en uno de sus escritos: “pero cuando después de haberles dado algo de comer, y nos disponíamos a dejarlos, se nos helaban. (…) Una vez, sin pensar, estaba yo a punto de decirle a uno de esos desdichados: ‘buenas noches, que duerma bien’, y de pronto comprendí hasta qué punto esas palabras sencillas eran grotescas y se volvían monstruosas”. Y comenzó la memorable y santa tarea de los Traperos de Emaús, que incluyó hasta ocupación de tierras fiscales, para darles techo,.
En el Valle primero optaron por abrirles las puertas de la parroquia y recibirlos cada noche. Pero quedó chica. Y buscaron una salida. Este año, mediante un convenio con la Municipalidad, se obtuvo una casa exclusivamente para contenerlos a ellos, a los más viejos, a los que hace años y años pelean contra el frío y las heladas. Pero también, en un local comercial adjunto e independiente, a los que eran chicos de la calle en los dolorosos años 90 y que hoy son jóvenes, y no tienen cobijo ni acceso al trabajo. El padre Alejandro, que no es un improvisado en “ayudar al hombre a ponerse de pie” (así decía Helder Cámara, aquél obispo que a través de su vida y su obra, fue una demostración viva del Evangelio), tiene una larga historia de trabajo pastoral con los más pobres entre los pobres.
La milagrosa parroquia San Francisco de BerissoAlejandro Blanco era seminarista cuando Carlos Cajade asumió la parroquia San Francisco de Berisso, en aquél tiempo enclavada en un barrio de gente trabajadora con algunos asentamientos en los alrededores. Cajade y Blanco compartían la espiritualidad de Schönsttat, además de inquietudes sociales y las enseñanzas de la Iglesia Latinoamericana que había optado por los pobres. Esta parroquia acunó dos obras que iluminaron la región y que demostraron que los milagros existen. Una de ellas, la que más ha trascendido, es la que llevó adelante el padre Carlos Cajade con los chicos de la calle, a partir de la Navidad de 1984. La otra fue la apertura hacia los más pobres de los pobres, pero en el extremo opuesto de la vida: los viejos de la calle.
El padre Alejandro recuerda cada historia de aquellos que, siguiendo a los más chicos, se fueron acercando también a la Parroquia. “Llegaban muy castigados por la vida, con el alcoholismo como único escape. A la mayoría el alcohol no los hace agresivos, sino que son como niños. Me acuerdo de uno que se había acercado medio escondido y Carlitos (Cajade) lo empezó a mirar hasta que le dijo: ‘¿Sos Fulano?’, y el otro asintió. Se pusieron a charlar a solas largo y tendido y cuando volvió me dijo que había trabajado con él en el frigorífico y que era un soldador magnífico. ‘Le pedí que dejara la bebida y me contestó, que había perdido el trabajo, la mujer, los hijos, la casa, todo. ‘¿te crees que si fuera tan fácil dejar el alcohol no lo hubiera dejado?’. Pasaron muchos años y después yo me ordené y estuve en otras parroquias y siempre ayudaba a los viejos sin techo. Pero estuve en Berisso, en City Bell, en donde eran casos aislados y más cercanos al linyera que al ambulante urbano que se encuentra en La Plata. En la capilla de la Medalla Milagrosa, del barrio Güemes de City Bell, iba otro que tenía cultura y le gustaba hablar. Había estado preso y eso lo marginó. Se había hecho un collar con todo lo que había encontrado. Como les suele pasar cuando caminan la ruta, murió en un accidente. En la ciudad es otra historia”. Y desde entonces, Alejandro, que es un teólogo reconocido, un intelectual dentro de la Iglesia, los escucha, los asiste y les lleva esa esperanza que sólo Jesús puede brindar, sin olvidar la asistencia, para cumplir con el mandato evangélico.
Del Valle al Hogar SirottiEn todos estos años, Alejandro Blanco estuvo cerca de los que no tienen nada. Pero también hay historias que esconden profesionales o extranjeros, cuyas familias han venido a buscarlos. El padre Alejandro sabe que es difícil de comprender. Incluso con las puertas abiertas de este nuevo hogar, por ahí arman su bagayo y desaparecen por varios días. Después vuelven como si nada hubiera pasado, pero es como si necesitaran ese espacio abierto, ese símbolo libertario cuyo único límite lo impone desde afuera, la policía. Ellos tienen censados alrededor de cien y la mayoría viene de trabajos en la construcción, pero no todos, como un ex empresario que perdió todo por el alcohol y el juego. “Hay disparadores, depresiones, que los hace quebrarse y perder todo. Esto lleva a la búsqueda de una compensación, que en casi todos los casos es el alcohol. Al llegar al Valle, hace 6 años, lo primero que me impresionó fue la cantidad. Yo venía de otras realidades en donde la marginalidad era más individual, personal, no en este número. En City Bell teníamos dos o tres, nada más”, acota Blanco para agregar que “aquí eran muchos los que merodeaban, pero pedían atención, que se los viera, se los tuviera en cuenta, se les diera un lugar en donde dormir y en donde asearse, porque la mugre y el mal olor los avergüenza mucho. Ellos sufren la situación de calle”.
La obra que se centró en el Valle bajo la Pastoral Social de la Parroquia, tuvo que crecer. Además de abrirles la puerta de un sector aledaño al templo para que durmieran y un baño para asearse, puso un comedor en calle 60 a donde concurren, diariamente, alrededor de cuarenta. No siempre van los mismos. En las noches de frío fueron visitados con un plato de sopa caliente. Porque ellos tienen zonas que conocen: saben en quién confiar, en dónde sentarse sin que los echen y hasta dónde dormir y guardar sus bagayos. Viven de la mendicidad o de cuidar coches. “Hay uno que duerme en la casa y que cada mañana dice: voy al trabajo, y se marcha a cuidar coches”, dice Blanco. “Pero los códigos de la calle son salvajes: llega uno más joven o más fuerte y los echan”.
Pero estos viejos caminantes invisibles, no son los únicos habitantes de ese otro mundo que coexiste con la ciudad visible. “Aquellos chicos de la calle cuyo número creció en los años 90 –dice el padre Alejandro-, hoy son jóvenes y siguen en la calle. Tienen entre 18 y 24 años y hay muchos. Y la realidad es otra, más dura y con calle y adicciones más precoces. Se ganan la vida como pueden. Carlitos (Cajade) ya me había advertido en los 90 que cada vez había más chicos en la calle, mientras que en pleno entusiasmo neoliberal la mayoría no se daba cuenta de las consecuencias de lo que estaba sucediendo. Estos jóvenes también vinieron a la Parroquia a buscar asistencia, pero a veces llegan con un deterioro difícil de recomponer. La naturaleza del hombre dañada es la incapacidad de poder ponerse de pie y eso dificulta poder impulsarlos o capacitarlos para un trabajo que los dignifique como personas, que es la manera de revertir esta situación”.
Junto al hermanoYa sin ser párroco del Valle, e instalado en la nueva casa de 4 y 70, sede de la ONG “Caminando junto al hermano que nos necesita”, el padre Alejandro comenta que el comedor de la calle 60 entre 2 y 3, seguirá perteneciendo a la Parroquia del Valle. La ONG se centrará fundamentalmente en dos programas sociales. Uno es el que mantienen en el barrio de “La Aceitera”, en 640 y 131, frente a la capilla San José y al centro clandestino de detención de la dictadura conocido como el “Pozo de Arana”. “Es un trabajo que había empezado Carlitos (Cajade). Hoy cuenta con un centro barrial, un comedor y lugar de contención de los chicos y hay convenios con las facultades de Ingeniería y Odontología, que se vuelcan en mejoras para los habitantes del barrio. También organizamos varios emprendimientos productivos, y hasta una murga. Es un trabajo esperanzador en donde se visualiza todo el proceso de reconstrucción hasta ayudarlos a ponerse de pie”, comenta Alejandro.El otro programa es el albergue para los “ambulantes” y es mucho más difícil y doloroso. “Es como si se autoagredieran y hay que luchar contra eso, ayudarlos a levantarse poco a poco, desde higienizarse a que sientan que tienen un lugar bajo techo. Hacerles reconocer en ellos mismos la dignidad que tienen como hijos de Dios, esa dignidad que la sociedad y la vida les fue sacando. Pero insisto que lo más preocupante –recalca Alejandro- son los jóvenes que vienen viviendo en la calle desde los 90. Llegan a veces con un deterioro difícil de revertir”.
Todos forman parte de la ciudad sumergida, la que el platense medio parece no ver, como si no existiera. Pero entre ellos, se conocen: “Un día –relata Alejandro- llegaron a la parroquia cuatro chicos que venían hasta con la bolsa de poxi en la mano. Estaban alterados, no podíamos contenerlos hasta que se fueron serenando y los llevamos, con un grupo de universitarios, a comer a una de las parroquias. Les dimos tiempo y terminamos en el ciber, que es el lugar que contiene. Pero en ese mundo, el de la ciudad de los NN, de los desaparecidos sociales, la ciudad oculta, se conocen todos. Estábamos charlando con uno de los jóvenes que duermen aquí, que es artesano, y cuando los vio los saludó por el nombre y hasta les preguntó por la madre”.La casa de 4 y 70 tiene comodidades que permite alojar a los más grandes separados totalmente de los jóvenes, que viven otra realidad. La casa fue otorgada por la Municipalidad en comodato y será sede del hogar Padre Sirotti, para albergar a los ambulantes “permanentes”, como llaman a los más grandes, y aledaño, en un local comercial vacío que se transformará en independiente, se ubicarán los más jóvenes o “ambulantes”, que tienen que respetar horarios fijos: deben ingresar a las 21 y abandonar la casa a las 8, después de la sopa de la noche y del desayuno. Hay dos coordinadores y dos residentes, que pertenecen a la ONG y se prevé que haya un sereno para cuidar el dormicentro destinado a los jóvenes. Son todos varones y la idea es poner a las mujeres, las hay entre los jóvenes, en otro lugar. La ONG se mantiene con socios y donaciones particulares y está en plena organización. Por lo tanto, “necesitamos todo lo que pueda brindarnos: tiempo, frazadas, colchones, almohadas, camas, alimentos, ropa, calzado, y lo más importante: su interés”, expresan desde su flamante página en construcción: www.idarte.net/vuelta. (Contacto: calle 4 Nº 1844 – T.E.: (0221) 483-2189 y mail: fundacioncaminando@yahoo.com.ar)
Es una aventura solidaria conmovedora que sólo la fe puede alimentar. Mientras se produce el diálogo, uno de los habitantes de la casa termina su desayuno y parte a la calle. Ha dejado su bagayo junto a la cama. Allí, poco a poco, encontrará su lugar en el mundo. Un lugar en donde lentamente, paso a paso, recobrará la dignidad de volver a tener un nombre, de saberse mirado, primer tramo para empezar a sentir respeto por sí mismos. Porque en ese lugar, también suceden milagros. Carlos Mugica, ese mártir de los pobres asesinado por la Triple A, el sábado 11 de mayo de 1974, a las 8 y cuarto de la noche cuando salía de celebrar misa, hacía referencia a la frase de Helder Cámara, “ayudar al hombre a ponerse de pie” y agregaba, “no se trata de ‘pararlo’ paternalmente, sino de ayudarlo a ayudarse”. De eso se trata y en eso está puesto el esfuerzo.
Publicado por "Caminando junto al hermano que nos necesita" en 17:10
Programas: Vuelta a casa
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Nuestro comedor esta ubicado en la calle 60 a pasos de esquina 2. Se encuentra funcionando en las instalaciones de la casa Santiago Apóstol perteneciente a la Parroquia Nuestra Señora del Valle.
La comunidad a la que atendemos esta integrada por personas adultas “en situación de calle”, que han perdido todo domicilio fijo, toda propiedad y normalmente todo vínculo familiar, que circulan durante el día por el radio céntrico de la ciudad pernoctando a la intemperie, en el árbol de algún parque público, sobre los bancos de las plazas, bajo las marquesinas de negocios, cines, iglesias, edificios públicos, etc. Practican un permanente “nomadismo” con el que intentan defenderse de la expulsión a la que son sometidos cada vez que se los descubre en espacios donde no es permitido instalarse o pernoctar.
Los problemas concretos que necesitan urgente respuesta son: el aseo personal, lavado de ropa, lugar para dormir, alimento, control médico-odontológico, asistencia jurídica.
Lo poco que hacemos, los llevamos a cabo gracias a la buena voluntad de la gente, pero queremos seguir luchando para que esta problemática entre en la agenda de nuestro gobernante y que asuman la total responsabilidad. Como fundación somos consientes de que es el estado quien debe garantizar el cumplimiento de los derechos, pero nosotros como ciudadanos no podemos hacer oído sordo al clamor de nuestros hermanos excluidos.
Publicado por "Caminando junto al hermano que nos necesita" en 16:13
Programas: Vuelta a casa
20/08/08
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El Hogar Padre Sirotti ubicado en la calle 4 N°1844, alberga a 14 hombre en situacion de calle, inaugurado en el mes de octubre de 2007, continúa trabajando por la dignidad de nuestros hermanos más excluidos. Necesitamos tu colaboración!
T.E: 4832189
4 N° 1844 e/ 69 y 70
fcaminando@gmail.com
Publicado por "Caminando junto al hermano que nos necesita" en 20:33
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Frase de Carlitos Cajade
"Si el mundo no se piensa desde el pobre, se construye contra Dios"

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